Texto



CASTELL CÒSMIC
Traducción al español. No está adaptada para ser cantada.


CASTILLO CÓSMICO ©

Marina Rodríguez Brià


Narrador (Érase una vez ...)

Érase una vez un paisaje.
Era poco poblado. En los lugares más fértiles crecían olivos, encinas y robles de gran belleza; el resto era abrupto, árido y rocoso.
Los pocos habitantes de aquel lugar eran tranquilos, nada viajeros y arraigados a sus costumbres, creencias y leyendas. Casi se habían vuelto del color de aquella tierra con la que se confundían.
Naturaleza y gente, a pesar de la rutina diaria de todo el año, se habían ido acostumbrando poco a poco a la visita de veraneantes foráneos ávidos de nuevas sensaciones, como el silencio o la ausencia de galerías comerciales.
Todo había ido encontrando un cierto equilibrio de neutral convivencia durante aquellas semanas bochornosas.
Los grandes acogedores eran los bosques:

1-HABLA EL PAISAJE

Nos gusta que nos visiten
y disfruten del reposo,
nos cautivan las risas
de los niños cuando van al bosque.

Nos gusta...

Coches y motocicletas
nos harán toser un poco
pero reiremos de buena gana
con sus correrías.

De sus ventanillas,
salen sonidos de chatarra,
melodías contrahechas
y palabras como metralla.

Si nos viene gente ilusionada
florecemos y exhalamos
las mejores de las fragancias
que en nuestro corazón guardamos.

Árboles de sombra acogedora,
el agua fresca de una fuente
que no hay que buscar en el mapa
os harán pasar el sueño.

Somos curiosos en todo momento
y estudiamos la raza humana.
Cuando estáis entre nosotros
nos admira y nos extraña.

Quien descanse bajo un árbol
de nuestra gran región
escuchará una pastoral
mientras hace la siesta

Nos gusta...

Narrador (Un verano...)

Un verano, de repente, llegó de lejos una sinuosa humareda siguiendo el camino que llevaba al pueblo. Era un coche que a toda velocidad iba echando bocanadas de polvo a su paso. Por algún motivo había abandonado la carretera principal y se dirigía hacia el tranquilo lugar.

2-SOY EL MEJOR

Desde mi coche
todo es mucho mejor,
los pueblos se mueven
y tienen calefacción.

No hace falta visitarlos,
qué rabia aparcar,
desde la ventana
haces la foto y ya está.

Los campos de lejos
son manchas de color,
si te acercas
no hacen ninguna ilusión.

Miro las imágenes
en el retrovisor,
han perdido la esencia
no tienen ningún valor.

Desde mi coche
llamo a mis clientes
canto el hit de moda
y envío un par de E-mails.

Quedad atrás
aldeanos adormecidos
mientras yo avanzo
hacia una nueva Era.

¡Yo soy el mejor!
¡Soy sensacional!
La naturaleza está muerta,
No es nada original.

Yo soy el mejor...

Narrador (Sí, este personaje era así... )

Sí, este personaje era ASÍ. Seguro de sí mismo, triunfador, arrogante... un poco extraño en este contexto pero, casualidades de la vida, había llegado aquí de paso.

Entró en el centro y aparcó en la plaza de la villa con estrepitosa frenada. Del coche salió un individuo cacareado mirando a ambos lados. Quería comprar tabaco y pilas para su cámara. Mientras tiraba las gastadas en el suelo, preguntó a un anciano donde podía encontrar una tienda.
"Hoy es fiesta. Todas las tiendas están cerradas. Pero en la puerta del castillo hay una paradita de recuerdos donde quizás encontrará algo. "
Sin quitarse las gafas de sol ni dar las gracias, el hombre se dirigió nuevamente hacia el coche...
“No podrá ir en coche -le gritó el abuelo - Sólo hay una calle de escaleras que llegan arriba“.
Enojado por la falta de progreso del país, se adentró a pie por las calles que subían al castillo. Maldecía el calor, las escaleras y la estúpida idea de haberse parado en un lugar tan apartado del mundo.

En la cima de los callejones estrechos había un espléndido castillo medieval con almenas y los muros bien restaurados. Su interior estaba vacío, austero, sin muebles ni objetos de época. Había una gran sala con tres chimeneas, como tres grandes bocas desdentadas, bostezando de aburrimiento de tantos siglos de no cocerse se nada.
El semi - turista, después de comprar (naturalmente no había la marca de tabaco que él quería), ya que estaba en el patio de armas, decidió entrar y hacer una visita rápida.
Al cruzar la puerta, a pesar de su indiferencia, una sensación secular lo invadió. Se diría que la oscuridad, la soledad y el frío húmedo iban acompañados de una extraña presencia. Aunque había algunos turistas, la sala de las chimeneas parecía no haber recibido visitas desde hacía mucho tiempo.

3-EL POLVO

Todavía hay polvo.
Déjalo, déjalo.
Debe borrar más señales.
Déjalo.

Mañana habrá más,
habrá más.
Pero tiene que estar,
y tapar y sellar.

Hoy se ha llegado.
Ya no se adivinan las huellas del gato.
Dejémoslo así, bien fino.
Como un tapiz de aire y de lino.

Después sí que podremos
escribir lo que queramos
y no ver las señales
grabadas por accidente.

Narrador (Repuesto de la extraña sensación...)

Repuesto de la extraña sensación, con su habitual desprecio por las cosas antiguas, escribió su nombre en una piedra esculpida y continuó, medio ausente, su visita. Separándose del revoltijo de turistas que disparaban indiscriminadamente sus cámaras de variadas prestaciones y sonidos robóticos, subió las escaleras que llevaban al torreón.

Si las piedras hablaran. Si pudieran expresar su sentimiento hacia este visitante tan pijo...

4-NO VENGAS
(canta el coro de piedras)

No vengas, ¡ay no!
No vengas que me das miedo.
No vengas, no,
que me das miedo.

Si vinieras, ¡oh no!
Perdería la serenidad.
¿Por qué esta sensación
si a los demás despiertas pasión?

No vengas, ¡ay no!
No vengas que me das miedo.
No vengas, no,
que me das miedo
¡que me das miedo!

Narrador (Cuando llegó a la azotea...)

Cuando llegó a la azotea, un fuerte viento lo golpeó. Con dificultades para mantenerse de pie, se dirigió hacia la barandilla entre las almenas. Se asomó al exterior y la visión le sobresaltó: habían desaparecido los coches aparcados, no había la tienda, ni antenas de televisión en los tejados ni nada moderno. Sólo quedaban casas y paredes de piedra antigua. Tropezando corrió hacia el otro lado de la torre. Nada. Sólo campos y una pasarela sobre el arroyo donde antes había un puente de hierro.

Algo le cosquilleaba la nuca, parecía que el cabello no fuera suyo, tan largo y encrespado.
Bajó los escalones estrechos que tan despreocupadamente había subido. Entonces, roídos, lo arrojaron hacia el salón que ahora estaba completamente amueblado, con una gran mesa llena de viandas e iluminada con candelabros. De las tres chimeneas salían palabras antiguas que no entendía.
Ninguna voz de turista. Todos se habían ido. El cielo se oscurecía, se recortaban los perfiles antiguos.
Asustado se desplomó en un gran sillón de madera. Percibía tibios aromas de comida.

5-LOS EFLUVIOS

Somos los aromas
que salimos del castillo,
de las profundidades
del incandescente.
Salimos glamurosos
de calderas de cobre,
que cuelgan del gancho
del fuego crepitante.

De una nariz a otra
vamos navegando,
tanto da, ricos y pobres
que contentos que están.
Somos como brujas
que embriagan a la gente:
ponen ojos de borrego
y panza en gloria.

Somos los aromas
que salimos del castillo,
de las profundidades
del incandescente.


Aromáticos, emblemáticos,
glamurosos, espumosos,
grasientos, espesantes,
sugerentes, genuinos,
envolventes, excitantes.

Pegajosos, vaporosos,
aceitosos, viscosos,
trepidantes, huidizos,
recalentados, moderados,
requemados, expandidos.

Angustiosos, enredosos,
asquerosos, gravosos,
pampringados, chamuscados,
recocidos, pringados,
enganchados, enloquecidos.

Narrador (El protagonista...)

El protagonista se incorporó haciendo sonar el cascabel de "sus" zapatillas. Cansado, al caminar cojeaba. Sentía la espalda cargada. Una joroba desconocida le crecía debajo de una antigua vestimenta de colores sin marca. ¿De dónde había salido aquel gorro con pinchos?
Cojeando intentó huir, pero su cansancio no le llevó muy lejos.
Casi rendido encontró una cama con dosel. Quiso subir pero no llegaba, se había vuelto pequeño y probando la escalada con su amplio traje ¡"satinado"!, resbalaba...

Era objeto de una espantosa metamorfosis.

6-ESTAMPIDA

(Suena una música medieval que le obliga a bailar torpemente)


Narrador (Sí, era polizón...)

Sí, era polizón de los siglos en el castillo cósmico, hacía eses, las piernas le bailaban una danza socarrona con unos brazos que no lo entendían. De su boca salían palabras balbuceantes que no había pronunciado nunca.


7 - TURISTA

Turista que gritas
no sabes lo mejor
la historia ignoras
no digas que no.

Pisas las losas
profanas el Tiempo
olvidas quién eres
pasado ya no tienes.

Turista estándar
respeta lo que ves
pregúntate un día
cuál era el espíritu
magnánimo o rústico
de este gran castillo.

Aprende e imagina
cuando ves piedra antigua
que un alma todavía
yace dentro del verdín.

¡Corre que despega!
sal del tiempo antiguo
no huelas el cambio
que se va produciendo.

Turista, ¡chilla!
se ha encendido el cohete
¡agárrate al techo!
el suelo ya no està -
es el cielo que se acerca.


Narrador (I nuestro bufón...)

Y nuestro bufón tragicómico emprendió un largo viaje hacia el cosmos con el castillo-cohete, catapultado hacia los tiempos antiguos, camino de la eternidad.


8-CASTILLO CÓSMICO

Castillo lleno de vida,
nunca te olvidaremos,
se te curan las grietas,
comienza la partida.

Tantos siglos paciente
te llovido mucho encima,
has sido indiferente
a cualquier humana obra.

La hora de la fantasía
y de la magia ha llegado,
libera la fuerza
y recupera la dignidad.

¡Castillo cósmico
hasta la eternidad!